Me llamo Yolanda, tengo 22 años y estudio derecho. Siempre fui muy dedicada, pero una noche de estudio con mis amigas terminó siendo algo que nunca imaginé. Estábamos en la residencia, rodeadas de libros y apuntes, cuando decidimos tomar un descanso para jugar algo más divertido: ‘verdad o reto’ con un toque especial.
Las primeras rondas fueron suaves, con confesiones y pequeños besos. Pero cuando la botella señaló a Melissa y a mí para un reto, las cosas se pusieron mucho más calientes. Nos miramos y sin decir palabra, nos acercamos lentamente. Su boca era dulce y provocativa, y sentí cómo su lengua se entrelazaba con la mía, despertando sensaciones nuevas y poderosas.
Luego, Melissa me guió al sofá y comenzó a desabrochar mi blusa con manos temblorosas pero decididas. Sus labios bajaron por mi cuello, mis senos, y finalmente a mi entrepierna. Me hizo gemir con cada caricia y lamida experta, mientras yo le devolvía el placer con mis manos y mi boca.
El juego se volvió más atrevido cuando empezamos a acariciarnos mutuamente, explorando cada rincón con pasión y deseo. Las otras chicas observaban y aplaudían, pero para nosotras solo existía el momento, el calor y la entrega total.
Cuando me corrí en su boca, sentí que había descubierto un mundo nuevo, lleno de juegos, placer y confianza. Desde esa noche, el estudio no volvió a ser solo académico… sino un pretexto para seguir explorándonos y disfrutando sin miedo.