Seducida por la Profesora en el Internado

Me llamo Bianca y crecí en un internado de élite para chicas. Tenía 18 años cuando llegó la nueva profesora de literatura, la señorita Regina. Era joven, hermosa y tenía una voz que hipnotizaba. Desde el primer día sentí algo extraño al mirarla… una mezcla de admiración, deseo y miedo. Notaba cómo me observaba durante clase. Sus ojos se posaban en mis labios, en mis muslos, y yo me derretía en silencio.

Una tarde me pidió que la ayudara a ordenar unos libros en su oficina. Cerró la puerta, se sentó en el escritorio y me miró fijamente. “¿Sabes lo que provocas cuando me miras así, Bianca?” No supe qué responder. Me acerqué temblando, y ella me tomó del mentón. “Hoy vas a saber lo que es obedecer…”

Me hizo arrodillar frente a ella y deslizó su falda hasta la cintura. “No uses solo la lengua, usa el alma.” Me guió con suavidad y firmeza, acariciándome el cabello mientras la lamía por primera vez, sintiendo el sabor de una mujer segura, dominante. Gemía sin miedo, con autoridad. Luego me desvistió y me tumbó en la alfombra.

Jugó con mi cuerpo como si ya lo conociera. “Eres virgen, ¿verdad?” — asintiendo, me penetró suavemente con los dedos mientras me susurraba versos de poesía entre gemidos. Me hizo venirme una, dos, tres veces, hasta dejarme agotada y temblando.

Desde entonces, cada noche que me llama a su oficina, sé que no es para hablar de libros… sino para convertirme, de nuevo, en su alumna favorita.