Rendido a Su Voluntad en la Oscuridad
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Me llamo Paul, tengo 25 años y desde que conocí a Willy, mi vida cambió por completo. Willy era un hombre dominante, seguro y con una mirada que podía atravesar mi alma. Siempre sentí una tensión especial entre nosotros, pero nunca imaginé hasta dónde llegaría esa conexión.
Una noche, después de una reunión de trabajo que se extendió hasta tarde, Willy me invitó a su apartamento. Cerró la puerta, apagó las luces y me ordenó que me arrodillara. Su voz era firme, casi un susurro de poder. Me desnudó lentamente y me ató las manos con una bufanda de seda, dejándome vulnerable y expectante.
Sus caricias eran precisas y calculadas, alternando entre firmeza y ternura. Me penetró con paciencia, marcando el ritmo, enseñándome a entregarme y a disfrutar del dominio que ejercía sobre mí. Me susurraba palabras que me hacían perder el control, llevándome a orgasmos intensos y repetidos.
Desde esa noche, su dominio se convirtió en mi mayor placer y mi adicción más profunda. Cada encuentro con él es un viaje de entrega total y descubrimiento de nuevos límites.