Mi Tío Ejecutivo Me Hizo Suya En Una Noche De Lluvia

 

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Tenía 18 años recién cumplidos cuando todo ocurrió. Fue en una reunión familiar en la casa del campo. Llovía fuerte, y todos dormían. Yo no podía conciliar el sueño, así que bajé a la sala por un poco de agua. Ahí estaba él, mi tío político, el esposo de la hermana de mi mamá. Siempre me había parecido atractivo, con esa voz gruesa, barba de tres días y mirada que me atravesaba. Esa noche me miró diferente… como si me hubiera estado esperando.

“¿No puedes dormir?”, me preguntó. Negué con la cabeza. Me ofreció vino, y aunque no debía, acepté. Charlamos por un rato, el ambiente era íntimo, casi íntimamente incómodo. En un momento me dijo: “Ya no eres una niña, ¿lo sabías?” Yo me quedé en silencio. Él se acercó y me tocó el mentón con sus dedos grandes y calientes. “Estás temblando… ¿es por mí?” Me mordí los labios. “Tal vez.” No hizo falta más. Me besó con fuerza, y mi cuerpo simplemente respondió.

Me sentó en sus piernas, me subió el camisón y comenzó a acariciarme por debajo de la ropa interior. “Estás empapada, princesa.” Me sentía derretida. Me metió dos dedos, y mientras me hacía gemir, me chupaba el cuello como si quisiera dejarme marcada. Bajó por mi vientre, se arrodilló frente a mí y me abrió las piernas sobre la alfombra. Su lengua era suave y firme a la vez. Me lamía como si supiera exactamente lo que estaba haciendo… y claro que lo sabía.

Me corrí por primera vez en mi vida en la boca de un hombre… y fue él. Luego me levantó, me besó la frente y dijo: “Ahora sí, anda a dormir.” Pero no pude pegar un ojo… solo pensaba en repetirlo. Y así fue. Cada vez que la familia se junta, yo bajo por ‘agua’. Él ya sabe que soy suya… aunque no tengamos la misma sangre.