Mi Primera Vez Fue con el Esposo de Mi Hermana
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Hola, me llamo Mía, tengo 20 años y esto que voy a confesar nunca se lo he contado a nadie. Sucedió hace un año, cuando viví una temporada en casa de mi hermana mayor. Ella trabajaba mucho y pasaba la mayoría del tiempo fuera. Su esposo, Ernesto, tenía 38 años, alto, serio… pero con una mirada que me desnudaba sin tocarme.
Al principio me sentía incómoda, pero con el tiempo empecé a jugar con fuego. Me ponía camisetas sin sostén, caminaba con shorts ajustados, y notaba cómo me miraba. Una tarde me quedé sola en casa con él. Me dijo que el cable del televisor se había desconectado y que necesitaba ayuda. Subí a su cuarto… y ahí estaba él, en toalla, recién salido de la ducha.
Me miró fijo. “¿Te gusta provocar, Mía?” Me quedé sin palabras. Dio un paso hacia mí, tomó mi rostro entre sus manos y me besó con una fuerza que me paralizó. No me resistí. Su lengua era firme, caliente. Bajó las manos a mi cintura, levantó mi blusa, acarició mis senos como si ya me conociera. “¿Es tu primera vez?” —asentí. Él sonrió. “Entonces escúchame… y deja que te enseñe bien.”
Me acostó sobre su cama y comenzó a besarme el vientre, bajando lentamente. Separó mis piernas y me acarició con los dedos. Yo temblaba de placer. “Relájate, solo siente.” Su lengua entró en mí como un fuego suave, húmedo, perfecto. Me lamía, me chupaba, me hacía perder el control. Me corrí en su boca sin poder evitarlo. Luego, me colocó sobre él y me guió con paciencia. “Despacio… deja que entre todo.”
Sentí el desgarro dulce de la primera vez, pero pronto el dolor dio paso a una oleada de placer que me llenó por completo. Me movía encima suyo mientras él me sujetaba de las caderas y me decía cosas que jamás olvidaré. Me vine una vez más, agotada, jadeando, con el cuerpo empapado.
Desde entonces, cada vez que mi hermana se va de viaje, ya no duermo en el sofá. Duermo en su cama… con él dentro de mí.