Me llamo Daila, tengo 20 años, y esta es la historia de cómo perdí la virginidad… de la forma menos esperada. Nunca había estado con nadie. Siempre fui reservada, algo insegura, y aunque tenía fantasías secretas, jamás imaginé que mi primera vez sería con dos hombres a la vez… y que terminaría rogando por más.
Todo comenzó en una escapada con mis dos mejores amigos de la universidad, Josué y Jonathan. Nos fuimos un fin de semana a una cabaña en las montañas, para relajarnos después de los exámenes. Una noche, luego de unas copas y juegos tontos, terminamos hablando de sexo. Yo, entre risas y nervios, confesé que aún era virgen. Se hizo un silencio incómodo… hasta que Josué dijo: “¿Y te gustaría dejar de serlo… con nosotros?”
Creí que bromeaban. Pero Jonathan se acercó, me acarició el rostro y dijo: “Solo si tú quieres. Seremos suaves. Te vamos a cuidar.” Mi corazón latía con fuerza. Mi cuerpo temblaba, pero no por miedo. Asentí. Me besaron los dos a la vez, uno en el cuello, otro en la boca. Me quitaron la ropa lentamente, besando cada parte de mi piel con devoción. Me sentí adorada, deseada, protegida.
Josué bajó por mi vientre y empezó a lamerme con ternura. Su lengua fue mi primera caricia íntima, y su boca me llevó a gemir por primera vez. Mientras tanto, Jonathan me besaba los pezones, susurrando lo hermosa que era. Me corrieron lágrimas del placer. Me sentía flotando. Después, Jonathan se colocó detrás de mí, me abrazó y me penetró con extrema suavidad. Josué me sostenía la mano, besándome mientras yo temblaba entera.
Cuando Jonathan comenzó a moverse dentro de mí, Josué bajó de nuevo, lamiendo mi clítoris con su lengua juguetona. Estaba entre sus cuerpos, atrapada en una ola de placer. Mi primer orgasmo me sacudió el cuerpo como una tormenta. Luego, cambiaron. Josué me penetró mientras Jonathan me besaba en la boca, fuerte, profundo, mientras me susurraba: “Ya no eres virgen, Daila. Ahora eres nuestra.”
Terminamos exhaustos, desnudos, entrelazados en la cama. Me sentí completa, viva, libre. Desde esa noche, nuestras amistades cambiaron para siempre… y nuestras escapadas se volvieron mucho más intensas.