Mi Madre y Yo Compartimos al Mismo Hombre
Categorías: Incesto Ficticio Tríos Dominación y Sumisión Consentida
Mi madre siempre fue una mujer segura, hermosa, de esas que no piden permiso. A sus 42 años, tenía un cuerpo que dejaba sin aliento, curvas de diosa y una mirada que dominaba cualquier habitación. Yo tenía 22 años , y nunca creí que esa mujer que me crió iba a cambiar mi vida sexual para siempre. Todo ocurrió una noche de verano, cuando ella trajo a casa a Esteban, un joven de 30 años con quien, según dijo, quería experimentar.
“Hoy quiero que aprendas algo nuevo…”, me susurró al oído. Estábamos los tres en ropa interior, y yo no entendía nada. Ella me besó en la boca, sin prisa, mientras me acariciaba los pechos. “Vamos a jugar juntas.” Esteban miraba sin decir nada, excitado. Mi madre se arrodilló frente a él, se lo metió entero en la boca mientras yo observaba con la respiración agitada. Luego, me tomó la cabeza y me guió hacia él. “Ahora tú.”
Yo nunca había mamado una polla. Pero lo hice. Torpe al principio, hasta que ella me ayudó con su lengua sobre la mía. Lo hacíamos juntas, como si fuésemos un solo cuerpo. Luego me hizo acostarme en la cama. “Estás lista.” Esteban me la metió despacio, mientras mi madre me besaba el cuello, los pezones, y me decía cosas sucias al oído. “Estás tan hermosa siendo follada…”
Ella se sentó en su cara mientras él me cogía fuerte. Yo gritaba, ella gemía, y Esteban se volvía loco entre nuestros cuerpos. Nos corrimos todos juntos. Yo, temblando. Mamá, sonriendo satisfecha. “Ahora sabes lo que es realmente el placer… en familia.”