Mi Hermana y Yo Nos Tocamos Por Primera Vez

 

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La casa estaba en silencio. Nuestros padres se habían ido de viaje y mi hermana mayor, Odalis, y yo nos quedamos solas todo el fin de semana. Siempre la admiré… era tan hermosa, con un cuerpo que parecía tallado: curvas perfectas, labios carnosos y una seguridad que me intimidaba. Yo tenía 20 años, y ella 23 años. Esa noche, mientras veíamos una película en pijama, noté cómo me miraba, distinta… con fuego en los ojos.

“¿Te has besado con una chica alguna vez?”, me preguntó. Negué con la cabeza. “¿Quieres intentarlo conmigo?” Me reí nerviosa, pero algo dentro de mí lo deseaba. Se acercó, me acarició la mejilla y me besó suave. Su lengua se deslizó por la mía y el mundo desapareció. Me empujó al sofá, me abrió el pijama y comenzó a besarme los pechos. “Estás temblando… eso me encanta.”

Me desnudó con calma, como si me conociera desde siempre. Bajó por mi abdomen hasta llegar entre mis piernas. “Confía en mí, hermanita…” Su lengua me recorrió entera, lenta, firme, profunda. Me corrí gritando su nombre. Luego me hizo sentarme sobre su cara. Me agarró fuerte de las caderas y me comió el coño como una adicta. La oía gemir mientras lo hacía. Después, nos acostamos desnudas en su cama, ella abrió las piernas y dijo: “Ahora tócame tú.”

La lamí con pasión, sintiendo que cada gemido suyo era gasolina para mi cuerpo. Jugamos con nuestros dedos, nuestros cuerpos entrelazados, nuestras bocas jadeando. Dormimos abrazadas, desnudas, sudadas, sabiendo que esa noche lo habíamos cambiado todo. Y al despertar… lo hicimos otra vez.