Me Grabó Mientras Me Lo Hacía en el Balcón

Conocí a Sergio por una app de citas. Desde el primer momento, su perfil decía “dominante, directo, sin límites”. Lo tomé como una exageración… hasta que nos vimos en persona. Alto, de barba bien cuidada, mirada firme y sonrisa de quien sabe exactamente lo que quiere. Esa noche cenamos poco y terminamos en su departamento en menos de una hora. Su balcón tenía vista a media ciudad… y se convertiría en el escenario de mi primera gran humillación erótica.

Apenas cerró la puerta, me ordenó desnudarme. “Hazlo lento. Quiero verte obedecer.” Lo hice, nerviosa y mojada. Me sujetó del cuello y me llevó al balcón. “De rodillas.” El aire fresco me erizaba la piel mientras él encendía su celular y comenzaba a grabar. “Mírame… y muestra cuánto disfrutas esto.” Me arrodillé. Su polla ya estaba dura. Me la metió en la boca, grabando desde arriba, moviéndose con ritmo mientras me decía cosas sucias.

“Estás siendo mi estrella… todos deberían ver lo mujer que puedes ser.” Me corrí de solo escucharlo, sin tocarme. Me sujetó del cabello, me hizo tragar hasta el fondo. Yo babeaba, jadeaba, lo miraba con los ojos vidriosos mientras él seguía filmando cada segundo. Me dio la vuelta, me apoyó contra el balcón, y me penetró por detrás. “Si alguien te ve… mejor.” Me follaba con fuerza, sin piedad, mientras grababa su polla entrando y saliendo de mí, con la ciudad como fondo.

Me corrí gritando, temblando, y él acabó dentro de mí, presionándome contra la baranda. Me limpió con su camiseta, me besó el cuello, y me mostró el video. “La próxima vez lo subimos juntos.” Desde entonces, cada vez que voy a su casa, me maquillo como actriz… porque ya no soy su cita. Soy su contenido exclusivo. Y me encanta.