Me Castigó Por Espiarlo en la Ducha
Categorías: Incesto Ficticio Sexo Anal Dominación y Sumisión Consentida
No sé en qué momento comencé a desear a mi padrastro. Tal vez fue cuando cumplí 20 y comencé a notar su cuerpo mojado después del gimnasio. O tal vez fue cuando lo escuchaba gemir en la ducha mientras se masturbaba, pensando que nadie lo oía. Vivíamos solos desde que mamá nos dejó. Y aunque él seguía llamándome “su niña”, sus miradas eran cualquier cosa menos inocentes.
Una noche, no aguanté más. Me acerqué a su cuarto, la puerta entreabierta, y lo espié mientras se duchaba. Su polla era enorme, venosa, palpitante. Me toqué viendo cómo se la acariciaba lentamente. Gemí sin darme cuenta… y me descubrió. Abrió la cortina, me miró directo y dijo: “Así que te gusta mirar, ¿eh?” Yo no podía moverme. Me tomó del brazo, me arrastró a su habitación y me lanzó a la cama.
“Ahora vas a aprender a respetar la casa… y a tu padrastro.” Me arrancó la ropa sin delicadeza. Se arrodilló frente a mí, abrió mis piernas y comenzó a lamerme como un animal. Me chupaba con fuerza, me mordía, me hablaba sucio: “Mojadita por espiar… qué mujer estás hecha.” Me corrí gritando, arqueando el cuerpo. Luego se levantó, me giró y escupió sobre mi trasero. “Si vas a espiar, también vas a abrirte donde yo quiera.”
Me metió la polla lentamente por atrás, apretando fuerte mi trasero. Me follaba con fuerza, dándome nalgadas, empujándome contra el colchón. “Esto es un castigo… y te va a gustar.” Me corrí otra vez, temblando, mientras él me llenaba por dentro. Acabó caliente, profundo, con un gruñido ronco. Me dejó tirada en la cama, jadeando, su semen chorreando por mi trasero.
Me acarició el cabello y dijo: “A partir de ahora… si vas a mirar, también vas a participar.” Desde entonces, cada vez que se ducha… yo lo espero de rodillas.