Lo Que Sucedió En La Reunión Familiar

 

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Mi nombre es Armando, tengo 35 años, y nunca había estado con otro hombre… hasta que conocí a Fernando, el esposo de mi hermana. Alto, moreno, con barba y una voz grave que me dejaba sin aire. Cada vez que lo veía salir del baño con la toalla en la cintura, mi cuerpo reaccionaba sin permiso. Pero era un deseo imposible… o eso yo creía.

Una noche, en una reunión familiar, todos se fueron a dormir y quedamos los dos solos tomando cerveza en la sala. Fernando estaba relajado, con una camiseta ajustada y short sin ropa interior. Noté el bulto evidente… y creo que él notó cómo lo miraba. Se acercó, me puso una mano en la pierna y dijo: “¿Quieres saber lo que es placer?”

Me quedé helado, pero no dije que no. Me llevó al garaje de la casa, cerró la puerta y me empujó contra el coche. “No te muevas, tu solo obedece.” Se arrodilló, bajó mi pantalón y se lo metió a la boca como si lo hiciera todos los días. Su lengua recorría cada parte con maestría. Me tenía contra las cuerdas, jadeando, sin poder controlar los espasmos.

Luego se levantó, me giró y me hizo tocarme mientras él me susurraba obscenidades al oído. “Así me gusta, que me hagan caso a lo que yo diga.” Su tono me excitaba aún más. No llegamos a más esa noche, pero me hizo prometer que repetiríamos.

Desde entonces, cuando mi hermana se va al trabajo, yo voy a “visitar a mi cuñado”. Y lo que pasa entre nosotros… solo él y yo lo sabemos. Cada vez me hace más suyo… y ya no quiero escapar cuando él lo hace.