Me llamo Vanessa, tengo 23 años y estudio psicología en una universidad privada. Siempre fui seria y dedicada, pero la fiesta de fin de semestre cambió todo para mí. Mis dos mejores amigos, Renier y Alfredo, y yo decidimos juntarnos en el apartamento de Alfredo para relajarnos después de semanas de exámenes intensos.
La música suave y las luces tenues crearon un ambiente perfecto para que la tensión sexual creciera lentamente. Lucas comenzó a besarme el cuello mientras Renier acariciaba mi espalda con delicadeza. Sus manos exploraban cada rincón de mi piel con una mezcla de ternura y urgencia que me hacía sentir viva y deseada.
Nos desnudamos lentamente, disfrutando del calor y la cercanía de nuestros cuerpos. Lucas me tumbó en la cama y comenzó a penetrarme con suavidad, mientras Alfredo me acariciaba y besaba con pasión. La combinación de sus movimientos y sus susurros creó una sinfonía perfecta de placer y entrega.
Entre risas, gemidos y susurros, compartimos momentos de entrega y confianza, descubriendo juntos nuevas sensaciones y límites. Esa noche no solo aprendí sobre el placer, sino también sobre la importancia de la conexión sincera y la entrega total.