La Noche Que Mi Prima Me Hizo Mujer

 

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Siempre tuve una conexión especial con mi prima Nathaly. Desde pequeñas dormíamos juntas cuando había reuniones familiares, y ya en la adolescencia, compartíamos secretos que no le decíamos a nadie más. Pero nunca imaginé que ella sería quien me quitaría la virginidad… de la forma más inesperada y deliciosa. Todo ocurrió una noche de tormenta, en casa de mis abuelos. No había luz, solo velas, y dormíamos solas en el cuarto de huéspedes.

Estábamos acostadas, hablando en voz baja, riendo nerviosas. Ella me acariciaba el brazo distraídamente, y yo sentía un cosquilleo que no podía explicar. “¿Alguna vez te han besado de verdad?”, me preguntó. Negué. Ella sonrió y se acercó. “¿Te gustaría probar?” No respondí. Me besó suave, lento, con ternura. El corazón me latía tan fuerte que sentía que me iba a explotar el pecho. Su lengua tocó la mía y me dejé llevar.

Me desabotonó la blusa mientras me decía: “Eres hermosa.” Sus labios recorrieron mi cuello, mis senos, y cuando los chupó por primera vez, gemí bajito. Me acarició entre las piernas por encima de la ropa interior hasta que estuvo empapada. Luego bajó, me la quitó, se acomodó entre mis piernas y me miró con dulzura. “Solo dime si quieres que pare.” Le tomé la cabeza con mis manos y la guié hacia mi centro.

Sentí su lengua tibia rozando mi clítoris, lamiendo con lentitud, dibujando círculos que me hacían perder la razón. Se detuvo solo para meter uno de sus dedos dentro de mí, despacio, cuidando cada movimiento. El placer era tan intenso y nuevo que no duré mucho. Me corrí con un suspiro largo, con las piernas temblando. Ella subió y me abrazó fuerte. “Ahora ya sabes lo que es amar de verdad.” Desde entonces, cada vez que hay reunión familiar… rogamos que llueva.