La Noche Que Mi Amiga y Su Madrastra Me Usaron

 

Categorías:  Tríos Lesbianas Juegos Eróticos

 

Todo comenzó como una simple pijamada. Mi amiga Domenica me había invitado a su casa porque sus padres estaban de viaje, pero lo que no me dijo era que su madrastra, Roció, estaría presente. Una mujer imponente, de unos 38 años, curvas escandalosas, labios carnosos y mirada que dominaba sin palabras. Desde el primer momento sentí algo extraño… una tensión en el ambiente que me excitaba sin entender por qué.

Después de ver películas y tomar vino, Domenica me dijo al oído: “¿Quieres jugar algo más divertido?” Pensé que era una broma… hasta que me besó. Su lengua era dulce, suave, y mi cuerpo respondió sin dudar. La sorpresa fue que Roció no se retiró: nos observaba desde la cocina, cruzada de brazos, con una sonrisa peligrosa. “¿Puedo unirme, chicas?”, preguntó mientras se acercaba quitándose lentamente la pijama de seda que dejaba ver su cuerpo desnudo.

Domenica se arrodilló frente a mí y me bajó la pijama, mientras Roció se sentó tras de mí y empezó a besarme el cuello, acariciando mis pechos. Sentía sus senos contra mi espalda, su lengua trazando mi nuca y los dedos de ambas tocándome al mismo tiempo. Domenica me lamía el clítoris como si lo hubiera hecho toda la vida, mientras Roció me metía dos dedos desde atrás. Gemía sin control, atrapada entre dos mujeres que sabían exactamente lo que hacían.

Luego me pusieron en el centro de la cama, Roció se acostó y me pidió que la lamiera. Su sabor era adictivo. Mientras yo le hacía sexo oral, Domenica se subía sobre mi espalda y me penetraba con un juguete que ni sabía que tenía. Me corrí dos veces seguidas, sin pausa, llorando de placer. Esa noche entendí que no hay límites cuando el deseo es compartido… y que los tríos pueden ser mucho más que una fantasía.