La Noche Que Me Besó La Hermana De Mi Mejor Amiga

Siempre fuimos inseparables. Joshie y yo crecimos juntas, compartimos fiestas, secretos, incluso novios. Pero había algo que nunca habíamos cruzado… hasta aquella noche de verano. Estábamos solas en su casa, bebiendo vino, escuchando música suave, riéndonos por cualquier cosa. Yo llevaba un short corto y una camiseta sin sostén. Ella me miraba distinta. No era la típica mirada de una amiga… era deseo puro.

“¿Alguna vez te a besado otra chica?”, me preguntó de repente. Me encogí de hombros, nerviosa. “No, pero… no creo que lo olvidaría si pasara.” Me miró, se acercó lentamente y me besó. Sus labios eran suaves, dulces, pero su lengua entró con decisión. Me estremecí. Mis pezones se endurecieron bajo la tela fina. “Déjame enseñarte lo que nunca te han hecho”, susurró.

Me tumbó sobre el sofá, bajó mi short y comenzó a besarme los muslos. Su lengua se deslizaba sin prisa, hasta que la sentí acariciando mi clítoris. Yo gemía bajito, sin control. Me lamía con movimientos circulares, profundos, mientras sus dedos jugaban dentro de mí. Me hizo venirme en su boca, arqueando la espalda, temblando. Luego se subió sobre mí, se quitó la ropa y frotó su sexo húmedo contra el mío.

Hicimos el amor lentamente, mirándonos, acariciándonos, besándonos como si lleváramos años esperándolo. Nos corrimos juntas, abrazadas, con la respiración entrecortada. Esa noche dormimos desnudas, entrelazadas, y desde entonces… cada vez que se va la luz, compartimos mucho más que una vela encendida. Somos más que amigas… somos cómplices de un placer que no tiene nombre.