La Noche en que Mi Tía Me Enseñó la palabra Obedecer
Categorías: Incesto Ficticio Dominación y Sumisión Consentida
Mi nombre es Sergio, tengo 20 años y lo que ocurrió aquella noche con mi tía Diana cambió por completo mi visión del placer. Siempre la había visto como una mujer fuerte y dominante, pero jamás imaginé que esa noche se convertiría en mi maestra y dueña.
Después de la cena familiar, mientras todos dormían, ella me llamó a su habitación con una voz firme pero dulce. Cerró la puerta y me ordenó desvestirme lentamente. Mis manos temblaban, pero obedecí cada palabra, cada orden, cada gesto suyo.
Me ató las muñecas con una bufanda de seda y me hizo arrodillar. Sus labios recorrieron mi cuerpo, pero fue su toque firme y decidido lo que me hizo temblar. Con una mezcla perfecta de ternura y dominio, comenzó a prepararme para lo que venía.
Me penetró suavemente por el ano, susurrándome al oído que debía aprender a obedecer y disfrutar del dolor y placer a la vez. Cada embestida era un ejercicio de entrega absoluta, un juego de poder que me consumía.
Me llevó al clímax con su dominio, y cuando terminamos, me abrazó y dijo: “Eres mío, Sergio. Siempre lo serás.” Desde ese día, la relación entre mi tía y yo cambió para siempre, y cada vez que ella me llama, sé que no puedo negarme.