La Noche en que Mi Tía Me Enseñó el Arte de Obedecer

 

Categorías:  Incesto Ficticio Mujeres Maduras Dominación y Sumisión Consentida

 

Me llamo Federico, tengo 24 años y lo que viví con mi tía Nayelly fue una experiencia que marcó un antes y un después en mi vida. Nayelly es una mujer madura, segura y con una presencia dominante que me hacía sentir vulnerable y deseado a la vez. Cuando mis padres salieron de viaje por una semana, me quedé con ella, sin imaginar que esos días cambiarían para siempre mi forma de entender el placer y la entrega.

Una noche, mientras veíamos una película, Nayelly me llamó a su habitación con una voz firme y seductora. Cerró la puerta y me ordenó desvestirme lentamente. Sentí cómo su mirada penetrante me dominaba desde el primer instante y, sin poder resistirme, obedecí cada palabra.

Me ató las muñecas con una bufanda de seda y me hizo arrodillar frente a ella. Sus caricias eran una mezcla perfecta de ternura y autoridad. Me penetró lentamente, enseñándome a confiar y a entregarme sin miedo. Cada embestida era un recordatorio de su poder y de mi sumisión absoluta.

Durante horas, me llevó al clímax una y otra vez, susurrándome palabras de dominio y placer que despertaban en mí sensaciones intensas y profundas. Al amanecer, me abrazó y dijo: “Eres mío, Federico. Para siempre.” Desde esa noche, su dominio se convirtió en mi mayor adicción y fuente de placer inigualable.