Me llamo Noemí, tengo 22 años y estudio derecho en una universidad privada. Siempre fui responsable y enfocada, pero la fiesta de fin de semestre cambió todo para mí. Mis dos mejores amigos, Jowel y Simbal, y yo decidimos juntarnos en el apartamento de Jowel para relajarnos después de semanas agotadoras.
La música suave y las luces tenues crearon un ambiente íntimo que pronto se volvió eléctrico. Javier comenzó a besarme el cuello mientras Mateo acariciaba mi espalda con delicadeza. Sus manos exploraban cada rincón de mi piel con una mezcla de ternura y urgencia que me hacía sentir viva y deseada.
Nos desnudamos lentamente, disfrutando del calor de nuestros cuerpos y la cercanía que nos envolvía. Simbal me tumbó en la cama y comenzó a penetrarme con suavidad, marcando un ritmo firme pero cuidadoso. Jowel me acariciaba y besaba con pasión, recorriendo cada rincón de mi cuerpo y despertando sensaciones que nunca antes había experimentado.
La combinación de sus movimientos, sus susurros y sus gemidos creó una sinfonía perfecta de placer y entrega. Entre risas, susurros y caricias, compartimos momentos de entrega, confianza y deseo que marcaron nuestras vidas para siempre.
Cuando finalmente nos corrimos juntos, el mundo pareció detenerse. Exhaustos y felices, supimos que esa noche sería solo el comienzo de una nueva etapa llena de pasión y descubrimiento. Desde entonces, nuestra relación cambió para siempre, y cada encuentro es una celebración del placer compartido y la conexión profunda entre nosotros.