La madurez de Clara y el joven vecino

 

Categorías:  Mujeres Maduras Sexo Oral Penetración Vaginal

 

Clara llevaba años viviendo sola, pero desde que Diego, su joven vecino, se mudó al departamento de enfrente, sus noches habían cambiado. Ella, mujer madura de cuarenta y tantos, notaba las miradas furtivas que él le lanzaba cuando coincidían en el pasillo. Hasta que una tarde, tras invitarlo a tomar vino, la tensión explotó.

Diego, con nervios juveniles, aceptó el ofrecimiento. La conversación se volvió cada vez más atrevida y Clara, con esa seguridad que solo da la experiencia, puso la copa sobre la mesa y se acercó lentamente a él. «¿Quieres que te enseñe algo que no aprenderás en la universidad?», susurró.

El beso fue inmediato, cargado de deseo. Ella tomó la iniciativa, guiando sus manos, mostrándole dónde acariciar y cómo tocar. Su cuerpo experimentado se mezclaba con la energía voraz del joven. Diego se dejó llevar, pero pronto su atrevimiento lo llevó a besar su cuello, succionarlo y hacerla gemir con fuerza.

Clara se arrodilló frente a él y liberó su virilidad. Lo tomó con decisión en la boca, moviéndose con ritmo perfecto, hasta verlo perder el control. Diego, con los ojos desorbitados, apenas pudo contenerse. Luego la recostó en el sofá y con torpeza ansiosa la penetró, haciéndola vibrar con cada embestida, mezclando juventud con madurez.

Los gemidos llenaron la sala. Clara se aferró a su espalda y lo guió, disfrutando como hacía tiempo no lo hacía. Al final, los dos quedaron agotados, con sonrisas cómplices. Sabían que aquello no era un simple encuentro, sino el inicio de un juego entre la experiencia y la juventud que repetirían sin dudarlo.