La Lección que Mi Tía Me Dio en Su Habitación

 

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Me llamo Alejandro, tengo 22 años, y la experiencia que viví con mi tía Nicole marcó un antes y un después en mi vida. Siempre la había admirado por su fuerza y seguridad, pero jamás imaginé que ella me enseñaría tanto sobre placer y entrega.

Una noche, mientras mis padres estaban fuera, Nicole me llamó a su habitación con una voz firme y seductora. Cerró la puerta y me ordenó desvestirme lentamente. Sentí cómo su mirada me atravesaba, dominándome desde el primer instante.

Me ató las muñecas con una bufanda de seda y me hizo arrodillar. Su voz suave pero autoritaria me guió en cada movimiento, en cada caricia. Me penetró con paciencia y firmeza, enseñándome a confiar y a entregarme sin miedo. Cada embestida era una mezcla perfecta de poder y ternura que me hacía temblar de placer.

Durante horas, me llevó al clímax una y otra vez, susurrándome palabras que despertaban en mí sensaciones intensas y profundas. Al amanecer, me abrazó y dijo: “Eres mío, Alejandro. Siempre lo serás.” Desde esa noche, su dominio se convirtió en mi mayor adicción y mi placer más profundo.