La Jefa Me Folló Por Atrás En El Archivo
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Trabajaba como pasante en una empresa de marketing. Mi jefa, Verónica, era una mujer de 42 años, elegante, autoritaria y con un cuerpo de diosa. Siempre llevaba faldas entalladas, tacones altos, y una mirada que imponía respeto… y provocaba morbo. Yo era joven, inexperto, y estaba completamente rendido ante ella. Una tarde, me pidió que la ayudara a buscar unos expedientes antiguos en el cuarto de archivo. Un espacio cerrado, sin cámaras… perfecto para lo que estaba por suceder.
Cuando entramos, cerró la puerta con llave. Me miró fija y me dijo: “Hoy voy a enseñarte algo que no olvidarás jamás.” Se sentó sobre una mesa, se levantó la falda y me ordenó: “Saca tu polla y empieza a obedecer.” Me acerqué temblando. Ella me la agarró, la lamió solo con la punta de la lengua y luego me empujó con fuerza contra una pared.
“Quiero que me folles… pero hoy será por atrás”, dijo mientras sacaba un pequeño frasco de lubricante de su bolso. Se inclinó sobre una caja, me mostró su trasero redondo y perfecto, y me ordenó que lo preparara. Le unté el lubricante, temblando de la emoción, mientras ella se masturbaba con dos dedos. Me metí lento, y ella solo jadeó: “Más… hasta el fondo.” Cuando estuve dentro por completo, comenzó a mover las caderas hacia atrás, marcando el ritmo. Me tenía loco, atrapado en su trasero apretado, gimiendo con cada embestida.
“No te detengas, lléname como el chico obediente que eres.” Le di fuerte, con ambas manos en sus caderas, hasta que me vine dentro de ella, temblando. Se limpió con una carpeta, me acomodó la ropa y me dijo al oído: “Eres bueno… pero la próxima, quiero ver cómo lames mi trasero antes de metérmela.” Desde entonces, el cuarto de archivo tiene un nuevo uso cada viernes por la tarde.