Me llamo Eva, tengo 21 años y llevo casi un año saliendo con Maycol, un chico dulce y atento… pero con una hermana mayor que me robaba el aliento cada vez que la veía. Se llama Micaela, tiene 29 años, piel morena, labios gruesos, y una forma de hablar que me hipnotiza. Desde el principio noté que me miraba diferente. No como cuñada, sino como algo más. Y yo, aunque me resistía, también fantaseaba con ella en silencio.
Una tarde, Maycol salió a jugar fútbol y me quedé sola en casa con Mica. Estábamos viendo una serie en el sofá cuando ella me dijo: “¿Puedo hacerte una pregunta rara?” Asentí. “¿Alguna vez te han besado… como una mujer sabe besar?” Me reí nerviosa, pero no pude responder. Se acercó lentamente y me besó. Su lengua jugó con la mía sin prisa. Me temblaban las piernas, el pecho, todo.
Me tumbó en el sofá, me quitó la camiseta y bajó los tirantes de mi sostén. “Tu primera vez conmigo va a ser inolvidable”, susurró mientras sus labios bajaban por mi cuello, mis pechos, mi vientre. Abrió mi short y deslizó sus dedos entre mi ropa interior. “Estás temblando… y eso me encanta.”
Se arrodilló, me abrió las piernas y comenzó a lamerme con precisión. Su lengua sabía exactamente dónde tocar, cómo presionar, cómo jugar. Me arqueaba, jadeaba, la sujetaba del cabello, y ella solo sonreía entre gemidos. Me hizo llegar al orgasmo en su boca… y siguió hasta hacerme temblar dos veces más. Luego me besó los labios, dejándome saborear mi propio placer.
“Esto queda entre nosotras… por ahora.” Desde entonces, cuando voy a casa de Maycol, es ella quien me hace perder el control cuando él no está. Es prohibido, lo sé. Pero ¿cómo decirle que la hermana de mi novio… me enseñó lo que realmente es el deseo?