La Esclava del Consultorio

 

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Mi nombre es Noelia, tengo 32 años, y soy asistente en una clínica privada muy prestigiosa. Siempre fui profesional, puntual y reservada. Pero había algo en el doctor Aaron —su voz grave, su forma de mirarme, la manera en que daba órdenes— que me hacía mojar la ropa interior sin que pudiera evitarlo. Lo deseaba… pero lo que nunca imaginé fue lo que pasaría aquella noche de guardia.

Éramos solo él y yo en la clínica. Me llamó a su oficina. Cerró la puerta, se quitó los guantes y me ordenó: “Ponte de rodillas”. No protesté. Algo en su tono me hizo obedecer de inmediato. Me tomó del cabello, bajó mi blusa y comenzó a lamer mis pezones mientras yo gemía bajito. “Eres mía esta noche, ¿entendido?” —asentí, sin poder hablar.

Me giró sobre el escritorio, levantó mi falda y escupió entre mis nalgas. Su dedo exploró suavemente mi ano, y luego me susurró: “Hoy te voy a usar como mi juguete de verdad”. Se colocó detrás y comenzó a penetrarme lentamente por atrás, sujetándome fuerte mientras su cuerpo me marcaba con cada embestida profunda. Yo gritaba de placer y dolor mezclado, rogando que no se detuviera. Me hablaba al oído mientras me usaba: “Te entrenaré cada noche hasta que aprendas a correrte solo con mi voz”.

Y así fue. Desde esa noche, cada vez que estamos solos, él decide cómo, cuándo y dónde. Soy su asistente durante el día… y su esclava sumisa cada noche. Y no quiero que cambie nunca.