Me llamo Dafne, tengo 22 años y estudio en un internado solo para chicas. La directora, señora Mar, tiene unos 40 años y un aura de poder que nos hace temblar a todas. Siempre nos mantiene bajo control, pero lo que nadie sabe es que ella también tiene un lado oscuro y muy excitante.
Una noche, después de una fiesta en la residencia, me llamó a su oficina para” “una charla privada. Cerró la puerta y me ordenó sentarme. Su voz era suave pero firme: “Dafne, sé que te gustaría experimentar algo más… déjame ser tu guía.” Me sentí atrapada por su mirada penetrante.
Me pidió que me quitara la ropa lentamente, y con cada prenda caída, su dominio sobre mí aumentaba. Me vendó los ojos y comenzó a jugar con mi cuerpo, besando, mordiendo y acariciando con una mezcla de ternura y autoridad. Me hizo arrodillar y lamerla, exigiendo obediencia y entrega total.
Me ató con sus corbatas y me hizo jugar con sus deseos, castigándome cuando dudaba y premiándome cuando obedecía. Su lengua me llevó al límite, y sus órdenes me hicieron sentir viva como nunca antes. Me corrí en su boca varias veces, temblando, suplicando por más.
Desde esa noche, soy su sumisa favorita y ella la dueña indiscutible de mis noches y mis sueños.