La oficina estaba completamente vacía. Eran casi las once de la noche y la única luz encendida era la de mi despacho. Estaba revisando unos informes cuando escuché pasos en el pasillo.

Me levanté y vi a Ana, la nueva asistente, cargando una carpeta. Llevaba un vestido ajustado y el cabello recogido, con un par de mechones sueltos que caían sobre su rostro.

—Olvidé entregarte esto —dijo, dejando la carpeta sobre mi escritorio. Su voz sonaba distinta, más suave.

La invité a sentarse, pero en lugar de tomar una silla, se apoyó en el borde del escritorio, cruzando las piernas lentamente.

El silencio era espeso. Nuestras miradas se encontraron y un impulso me hizo levantarme para acercarme. La besé sin pensar, y ella respondió con la misma intensidad.

Mis manos recorrieron su espalda y bajaron hasta sus caderas. Ana suspiró y comenzó a desabrocharme la camisa.

Me senté en la silla y ella se arrodilló frente a mí, liberando mi erección y tomándola en su boca. Su lengua trabajaba con precisión, alternando succión y caricias suaves.

La levanté y la senté sobre el escritorio, apartando su ropa interior. La lamí lentamente, sintiendo cómo se aferraba a los bordes del mueble.

Su primer orgasmo llegó con un gemido que rompió el silencio de la oficina. Me miró con los ojos brillantes.

La penetré con calma, disfrutando de la calidez y estrechez de su cuerpo. Sus manos rodearon mi cuello, atrayéndome más hacia ella.

El escritorio crujía con cada movimiento. Ana mordía su labio para contener sus gemidos, aunque por momentos se le escapaban susurros cargados de placer.

La giré y la tomé por detrás, con sus manos apoyadas sobre los informes que minutos antes revisaba.

Su segundo orgasmo la hizo arquear la espalda, apretándome con fuerza.

Yo estaba al límite, así que aumenté el ritmo hasta derramarme dentro de ella, respirando agitado.

Nos quedamos unos segundos inmóviles, escuchando el zumbido lejano de la iluminación.

—Creo que deberíamos trabajar horas extra más seguido —susurró, sonriendo.

Me reí, sabiendo que a partir de esa noche, las reuniones nocturnas tendrían otro significado.