Entre Libros y Caricias

 

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Me llamo Alba, tengo 19 años, y nunca había estado con una mujer. Siempre pensé que era heterosexual… hasta que conocí a Rianna, mi tutora en la biblioteca de la universidad. Tenía 30 años, cabello corto, gafas redondas y una voz suave que me hacía sentir protegida y a la vez nerviosa. Durante semanas, nuestras sesiones de lectura se volvieron más íntimas. Pero fue una noche lluviosa cuando todo cambió.

Nos quedamos solas revisando unos libros antiguos. Rianna me miró fijamente y dijo: “¿Alguna vez te han hecho sentir especial… o no?” No supe qué responder. Se acercó, tomó mi rostro con dulzura y me besó. Fue suave, eléctrico. Me temblaban las piernas. Su lengua buscó la mía, y su mano se deslizó por debajo de mi blusa con total naturalidad.

Me recostó sobre una alfombra entre estanterías polvorientas. Me desvistió lentamente, con una calma que me derretía por dentro. Luego se inclinó y comenzó a besar mi cuerpo, bajando por mi vientre hasta llegar a mi centro. Su lengua me acariciaba con precisión, haciendo que mi cuerpo se arquease como si lo hubiera hecho cientos de veces. Gemía sin pudor, sin miedo. Era mi primera vez con una mujer, y no podía haber sido más perfecta.

Rianna me enseñó a disfrutar cada segundo, cada caricia, cada suspiro. Y esa noche, entre libros olvidados y deseos nuevos, descubrí una parte de mí que jamás volvería a ocultar.