Ella Me Hizo Mujer En La Cocina De Su Casa
Categorías: Lesbianas Mujeres Maduras Dominación y Sumisión Consentida
Me llamo Isabela y tenía 19 años cuando conocí a Celeste, la mejor amiga de mi madre. Una mujer de 42, elegante, de pechos generosos y caderas marcadas. Siempre usaba ropa ceñida, tacones altos y ese perfume dulce que me dejaba mareada. Desde el primer día, noté que me miraba de una forma que no era normal. Yo era virgen, tímida, pero con fantasías que me ardían por dentro.
Una tarde, mi madre salió de viaje y me pidió que pasara unos días con Celeste. La primera noche, cocinamos juntas. Yo llevaba un short y una blusa suelta, y me di cuenta de que a ella le costaba no mirarme. “Te estás volviendo una mujer muy hermosa, Clara…” me dijo mientras me acariciaba el pelo. Me sonrojé. Luego se acercó por detrás y me sujetó las caderas. “¿Alguna vez lo has hecho con una mujer?” Negué, temblando.
Se giró, me tomó el rostro con sus manos suaves y me besó los labios, con dulzura… y luego con deseo. Me derretí. Me apoyó contra la mesa de la cocina, me subió la blusa y me lamió los pezones con una lengua experta. “Estás empapada…” susurró al bajar mis panties. Me sentó sobre la mesa, abrió mis piernas y comenzó a lamerme sin pausa, mientras yo me aferraba al borde con fuerza.
Grité su nombre. Me corrió con la lengua. Luego me llevó a la sala, se desnudó frente a mí y me enseñó cómo darle placer a una mujer. Le besé los pechos, la lengua, y me entregué por completo. Dormimos abrazadas. Y al despertar, Celeste me susurró: “Ya no eres una niña… ahora sabes lo que es el placer de verdad.”