El taller mecánico

 

Categorías:  Penetración Vaginal Relaciones Prohibidas Sexo Oral

 

Llevaba semanas posponiendo la revisión de mi coche, pero ese día no tuve excusas. Lo llevé al taller del barrio, donde trabajaba Marcos, un mecánico joven y corpulento que siempre me había mirado con un brillo especial en los ojos.

—Déjamelo un par de horas y lo tendrás como nuevo —me dijo con una sonrisa traviesa. Me quedé esperando en la oficina, pero la curiosidad me hizo asomarme al área de trabajo.

Marcos estaba agachado, su camiseta ajustada marcando cada músculo. Cuando me vio, se limpió las manos con un trapo y se acercó lentamente. —Podrías quedarte conmigo… y hacerme compañía —susurró.

El olor a aceite y metal se mezclaba con el aroma de su piel. Sin pensarlo, lo besé con intensidad. Sus manos, manchadas de grasa, recorrieron mis caderas, dejándome sin aliento.

Me sentó sobre la mesa de trabajo, empujando las herramientas a un lado. Su lengua exploró mi cuello, bajando hasta mis pechos, que desnudó con una destreza impresionante. Los chupó y mordió suavemente, arrancándome gemidos.

Se arrodilló y me abrió de piernas, besando mi intimidad a través de la ropa interior antes de apartarla. Su lengua me recorrió con lentitud, jugando en círculos, hasta que mis manos se aferraron a su cabello.

Me levantó y me inclinó sobre el capó del coche. Con una sola mano bajó mi falda y entró en mí con una fuerza que me hizo jadear. El metal frío bajo mi pecho contrastaba con el calor abrasador de sus embestidas.

—Así… —murmuró, mientras su pelvis chocaba contra mí. El eco del taller amplificaba cada gemido, cada jadeo, cada golpe.

Un orgasmo intenso me sacudió y sentí cómo él aceleraba, alcanzando el clímax casi al mismo tiempo. Permanecimos unos segundos en silencio, recuperando el aliento.

Cuando salí, el coche estaba perfecto… y yo sabía que volvería a necesitar “revisiones” muy pronto.