El secreto en la habitación universitaria
Categorías: Universitarias Lesbianas Relaciones Prohibidas
Llegué tarde a la residencia universitaria, con el corazón acelerado por lo que había prometido. Marta, mi compañera de cuarto, me esperaba recostada en su cama, con una mirada que ya no dejaba dudas. El ambiente estaba cargado de esa tensión erótica que se había cultivado durante semanas de roces, miradas furtivas y confidencias en la oscuridad.
Encendí la luz tenue y ella se levantó lentamente, con un camisón que apenas cubría su piel morena. Me dijo que se moría de ganas de probar aquello que solo habíamos insinuado. Su voz temblaba de nervios, pero sus manos firmes buscaron mi cintura y me atrajeron hacia ella. Nuestros labios se encontraron en un beso húmedo, que se convirtió en el principio de algo más intenso.
Me deslicé sobre su cama, sintiendo el calor de sus piernas abiertas. Marta me empujó con suavidad hasta quedar encima de mí, y su lengua empezó a explorarme con ansias. Me estremecí cuando bajó lentamente, dejando un rastro de besos en mi pecho, hasta perderse entre mis muslos. La sensación de su boca devorándome me hizo arquear la espalda y soltar gemidos que resonaban en la pequeña habitación.
Yo no me quedé atrás. La hice girar y supe que era mi turno de probar el sabor de su deseo. La encontré húmeda, palpitante, con su aroma embriagador. La devoré con la lengua, sintiendo cómo sus piernas temblaban, cómo se agarraba a las sábanas hasta perder el control. Su grito ahogado fue la señal de que habíamos cruzado un límite que jamás podríamos olvidar.
Al final, exhaustas, nos quedamos desnudas, abrazadas bajo las cobijas, riendo nerviosas por lo que acababa de ocurrir. Ya no había marcha atrás: habíamos convertido nuestra amistad en un secreto prohibido, en un vínculo marcado por la pasión universitaria.