El Juego Prohibido con Mi Suegra

 

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Desde que me casé con mi esposa Laura, su madre me pareció una mujer fascinante. Miriam, es una mujer de 46 años, piel tersa, mirada dominante y cuerpo envidiable, siempre se comportó de forma amable… pero con una intensidad que me dejaba muy inquieto. Cada vez que iba a visitarla con mi esposa, encontraba excusas para quedarse a solas conmigo, ya sea para ayudarla con algo en la cocina o para pedir mi “opinión masculina” sobre algún vestido ajustado que supuestamente necesitaba arreglar.

Una noche, mi esposa Laura tuvo que salir de viaje por trabajo. Mi suegra Miriam insistió en quedarse en casa para que “no estuviera tan solo”. Acepté, tratando de no imaginarme cosas... pero era imposible. Cenamos juntos, bebimos vino, y entre risas y confesiones, la tensión entre nosotros creció tanto que el aire parecía cortarse con cuchillo. Ella me miraba directamente a los ojos mientras se pasaba la lengua por los labios, y yo no podía dejar de mirarle el escote pronunciado.

De repente, dejó su copa sobre la mesa y caminó hacia mí. Se sentó sobre mis piernas sin decir una palabra y me besó con furia contenida. Su lengua invadió mi boca como si hubiera esperado años para eso. Me desabrochó el pantalón y bajó lentamente hasta quedar de rodillas, devorándome con una habilidad que me dejó sin respiración. Sentí su lengua recorrer mi polla entera, mientras gemía con la boca llena. Era salvaje, intensa, insaciable.

La llevé hasta el sillón y le arranqué la blusa. No llevaba sostén. Sus pezones estaban duros, pidiendo ser chupados. La penetre con fuerza, con rabia, mientras ella se aferraba a mi espalda y me pedía más. Me montó después, cabalgándome con movimientos precisos, mientras me decía al oído que llevaba meses soñando con esto. La hice venir tres veces antes de correrme dentro de ella sin pensar en las consecuencias.

Al día siguiente, actuamos como si nada hubiera pasado. Mi esposa Laura regresó y no sospechó nada. Pero ahora, cada vez que vamos a casa de su madre, siento esa mirada sobre mí. Sé que Miriam espera la próxima oportunidad. Y lo peor... o lo mejor... es que yo también la espero con ansias.

Es un juego prohibido, sí. Pero maldita sea, es el más excitante de mi vida. Ella no es solo la madre de mi esposa. Es mi secreto más sucio, y mi adicción más ardiente.