El Juego de Obedecer a Papá

 

Categorías:  Incesto Ficticio Dominación y Sumisión Consentida Juegos Eróticos

 

Desde pequeña siempre quise llamar su atención, pero con los años, ese deseo se volvió algo más oscuro. Tenía 20 años cuando empecé a notar cómo me miraba cuando salía del baño, con una toalla apenas cubriendo mi cuerpo. Su mirada ya no era paternal… y eso me excitaba más de lo que debía.

Una noche, al volver de una fiesta, lo encontré en el sillón, tomando whisky. Llevaba un vestido abierto que dejaba poco a la imaginación. Me acerqué con descaro, me senté en sus piernas y dije: “¿Jugamos a algo?” Me miró con seriedad. “¿Sabes lo que estás pidiendo, niña?” — “Sí… y quiero que me enseñes a obedecer.”

Me llevó de la mano a su cuarto, cerró la puerta y sacó una caja negra del clóset. Dentro había vendas, esposas suaves y un pequeño látigo de cuero. “A partir de ahora, vas a seguir mis reglas. ¿Entendido?” Asentí. Me quitó la ropa lentamente, sin prisa, como si saboreara cada parte de mí. Me vendó los ojos, me ató las manos al cabecero y susurró en mi oído: “Vas a sentir cosas nuevas… no podrás detenerlo.”

Su lengua comenzó a recorrer mi cuerpo desnudo, deteniéndose en mis pezones, que lamía y mordía mientras una de sus manos se deslizaba entre mis piernas. “Estás mojada… y aún no he empezado.” Me acariciaba en círculos, hasta dejarme al borde, pero se detenía. Me hacía rogar. Me ordenó que me diera placer sola mientras él miraba. Yo lo obedecí, jadeando, temblando, deseando sentirlo dentro.

Finalmente, me desató, me colocó de rodillas y me penetró con fuerza por detrás. Su voz firme me guiaba: “Gime para mí… dilo… ¿de quién eres?” — “Tuya… completamente tuya…” Cada embestida era más intensa que la anterior, hasta que el clímax me hizo gritar su nombre. Caí rendida sobre la cama, con las piernas aún temblando.

Desde entonces, cada noche que mamá trabaja de turno… el juego vuelve a comenzar.