El Dominio de Saúl

 

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Me llamo Antonio, tengo 24 años y comparto un cuarto con Saúl, un hombre de presencia fuerte y mirada muy dominante. Desde el primer día, sentí cómo su sonrisa coqueta me envolvía, pero no fue hasta aquella noche que su carácter dominante se hizo muy notable.

Después de una cena sencilla en la sala del departamento, Saúl me tomó de la mano y me llevó a su cama. Cerró la puerta y me ordenó a besarlo con intensidad. Su voz, firme y suave a la vez, dijo: “Hoy vas a tener que hacer todo lo que yo te diga.”

Me bajó los pantalones y empezó a recorrer por todo mi cuerpo con su lengua experta, dominándome con cada uno sus movimientos dominantes que me atraían mucho más. Sus manos me sujetaban con una fuerza mientras su boca me hacía perder el control. “Disfruta del momento.”

Sus caricias y órdenes me llevaron al borde la locura una y otra vez, entregándome a su voluntad, descubriendo cada uno de los placeres que jamás había sentido. Desde ese momento, su dominio es mi mayor adicción.