El Día Que Me Lo Metió Por Atrás Sin Pedir Permiso

 

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Mi nombre es Lía, y esta historia ocurrió en el lugar menos esperado: la casa de mi tía. Me estaba quedando ahí por unos días y su esposo, mi tío político, siempre fue amable… pero últimamente sus miradas eran distintas. Más largas. Más intensas. Una noche bajé a la cocina solo con una camiseta larga sin ropa interior. Quería un vaso de agua, pero él estaba ahí, en la penumbra, fumando.

Me miró de arriba hacia abajo. “Así andas por la casa cuando crees que nadie te ve, ¿eh?” Me sonrojé, pero no me tapé. Lo provocaba a propósito. Me acerqué a él y murmuré: “¿Te molesta?” Me empujó contra la pared y sin más, me levantó una pierna. “No. Me encanta.” Me besó con fuerza. Sus manos fueron directo a mi trasero, lo apretó con ambas palmas, y sin previo aviso, me giró, bajó su pantalón, escupió mi trasero y me lo metió.

Grité. No de dolor, sino de sorpresa y placer mezclado. Me sujetó del cuello y comenzó a follarme con fuerza, directo por detrás. “Siempre soñé con hacer esto… y tú lo pedías a gritos.” Me decía cosas sucias, me daba nalgadas, mientras su pene me llenaba completamente el trasero. Yo gemía como una puta, apoyada en la pared, sin vergüenza. Me metía los dedos en el coño mientras me la daba por atrás.

Cuando sentí que me venía, él me jaló el pelo y me hizo girar. Me arrodillé, me metió la pene en la boca y me acabó en la garganta, caliente y denso. Me miró con una mezcla de lujuria y ternura: “Esto queda entre tú y yo.” Desde entonces, cada vez que mi tía se va al mercado… él me lo mete como quiere. Y yo… lo espero con el culo listo.