El Club Secreto Donde Me Entregué A Un Desconocido
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Una amiga me habló de un club exclusivo en el centro de la ciudad. “No es un club cualquiera”, me dijo. “Es un lugar donde tus fantasías se hacen realidad... si sabes obedecer.” Me picó la curiosidad. Siempre había soñado con ser dominada, entregarme sin pensar. Así que una noche, me vestí con lencería negra, me puse un abrigo largo y toqué la puerta roja del edificio antiguo.
Un hombre musculoso, afrodescendiente, abrió y me escaneó de pies a cabeza. “¿Primera vez?” Asentí. Me quitó el abrigo y sonrió al ver mi cuerpo semidesnudo. “Perfecta.” Me llevó a una habitación con luces tenues, un gran sillón de cuero, y cámaras que parecían apagadas. “Aquí se hace lo que él diga. Y tú... obedeces.”
Él entró. Era enorme. Al menos dos metros, piel oscura brillante como ébano, torso definido, sonrisa perversa. No dijo una palabra. Me tomó del cuello suavemente y me arrodilló frente a él. Sacó su polla… era monstruosa. Nunca había visto algo así. La chupé con devoción, con hambre, mientras él me sujetaba del cabello y soltaba gemidos profundos.
Luego me puso contra el sillón, me ató las muñecas con cuero y me abrió las piernas. “Ahora verás lo que es de verdad un hombre.” Me la metió de una sola embestida, arrancándome un grito de puro placer. Me follaba con ritmo salvaje, fuerte, mientras una mujer desde el rincón nos observaba tocándose. Él me penetró por todos lados, me escupió, me llenó. Nunca había sentido tanto poder... ni tanta sumisión.
Al terminar, me desató, me besó la frente y dijo: “Bienvenida al club. Esto apenas comienza.” Salí caminando con las piernas temblando, sabiendo que regresaría. Ese lugar... ese hombre... me marcaron para siempre.