Bajo su Control en la Residencia
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Me llamo Elisa, tengo 23 años y estudio artes plásticas. Desde que llegué a la residencia, supe que Georgina era diferente: segura, dominante, con una presencia que intimidaba y seducía a la vez. No tardé en convertirme en su alumna más fiel.
Una noche, me invitó a su habitación. Cerró la puerta, me ordenó sentarme y me vendó los ojos. “Hoy vas a aprender lo que es la verdadera entrega”, me dijo con voz firme. Me tocó con manos expertas, guiándome entre caricias y besos profundos.
Me hizo arrodillar y lamerla, marcando el ritmo y castigándome cuando dudaba. Sus órdenes eran ley, y cada vez que obedecía, el placer se multiplicaba. Me llevó al orgasmo una y otra vez, enseñándome que la sumisión puede ser la mayor fantasía.
Desde entonces, soy su esclava voluntaria, entregada a cada capricho y deseo. En sus manos, descubrí un mundo de pasión y poder que nunca imaginé.