Bajo el control dominante de Mi Tía Analia

 

Categorías:  Incesto Ficticio Mujeres Maduras Dominación y Sumisión Consentida

 

Me llamo Abel, tengo 21 años, y esta es la historia que cambió mi vida para siempre. Desde niño, siempre admiré a mi tía Analia, una mujer fuerte, segura, con una belleza madura que me dejaba sin aliento. Cuando mis padres se fueron de viaje por una semana, me quedé en su casa, sin imaginar que esa semana sería la más intensa y transformadora de mi vida.

La primera noche, mientras veíamos una película, sentí su mirada recorriéndome con intensidad. Me tomó la mano y susurró: “Abel, hoy vas a aprender a ser mío.” Sin darme tiempo a reaccionar, me empujó suavemente hacia el sofá y comenzó a besarme con pasión. Su lengua invadía mi boca con una mezcla de ternura y dominio, despertando en mí deseos que no sabía que tenía.

Me llevó a su habitación, me desnudó lentamente, disfrutando de cada centímetro de mi piel. Me ató las muñecas con una bufanda de seda y me ordenó arrodillarme. Su voz era firme, pero dulce: “Hoy serás mi sumiso, y yo te enseñaré a obedecer.”

Su lengua recorrió mi cuerpo, sus manos me exploraban con autoridad. Me penetró con paciencia y firmeza, enseñándome a entregarme sin miedo. Cada embestida era un recordatorio de su poder y de mi entrega total. Me llevó al clímax una y otra vez, mientras me susurraba al oído palabras de dominio y ternura.

Al amanecer, me abrazó y dijo: “Eres mío, Abel . Para siempre.” Desde esa noche, nuestra relación cambió para siempre, y cada encuentro con ella es una mezcla perfecta de pasión, poder y entrega.